Por Alan Lazalde | 6 de julio de 2011, 20:40
En un comunicado dado a conocer hace unos días por el gobierno brasileño se anuncia la colaboración activa de éste en el desarrollo de las dos suites de oficina más importantes del software libre y abierto, LibreOffice y OpenOffice.org, representadas por
La propuesta es fortalecer la posición cooperativa del Estado Brasileño con la evolución de las suites de ofina FLOSS, debido a su importancia dentro de las instituciones públicas. La adopción de esas herramientas representa un gran éxito de migración de plataformas propietarias a software de código abierto en todas las esferas del gobierno. Se estima que más de un millón de computadoras operan con esas soluciones, lo que representa ahorros en licencias de software e inversión en investigación tecnológica.
LibreOffice y OpenOffice.org son los elegidos por el gobierno brasileño porque son estratégicos para su política de Open Data, innovación, independencia y democratización del acceso a la tecnología.
Brasil está un paso adelante en América Latina en adopción de software libre y abierto —llamémosle FLOSS de aquí en adelante-. Son muchos años ya los que llevan soportándolo. Esto que anuncia va más allá. Es el paso que sigue, el cierre del ciclo de este ecosistema: la retribución:
Esta acción pretende regresar a la sociedad y las comunidades los beneficios generados por el Estado, y apoyar el continuo crecimiento y mejora de ése software.
El FLOSS —sobre todo el licenciado con la GPL— es software social, un bien común de conocimientos escrito en un lenguaje de programación. El gobierno brasileño entiende como pocos que contribuir al FLOSS implica un beneficio directo a la sociedad; uno que escapa de las fronteras geográficas porque es universal.
Más aún, los ahorros irán a parar en investigación y desarrollo. No sé de cierto si para tecnologías libres o no, si para Libre/OpenOffice o no, pero si así es entonces se establecería un ciclo de retroalimentación que aceleraría la producción de artefactos tipo FLOSS. Creo este debe ser el modelo a seguir por cualquier país interesado en acortar brechas digitales.
Lo que hace Brasil es ejemplar, mirado a
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